sábado, 10 de marzo de 2012

Dónde quieres el piercing y te diré el riesgo que conlleva

Quizá en el ombligo o puede que en los labios. ¿Dónde queda mejor un 'piercing'? Más allá de la localización de este adorno corporal, aseguran los expertos, deberían considerarse cuáles son los riesgos que este procedimiento conlleva, incluso si son más graves en determinados sitios del cuerpo. Un estudio recién publicado en 'American Journal of Clinical Dermatology' revela que en el 20% de los casos se producen complicaciones como infecciones y sangrados locales.

Con este dato, "cualquier paciente se replantearía un procedimiento médico, sin embargo, entre la gente joven parece que el mensaje no impresiona", afirma la principal autora de la investigación, Anne Laumann, profesora de Dermatología en la facultad de medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago (EEUU). Lo deseable sería que los interesados "se informasen más sobre las repercusiones" que esta práctica puede tener sobre su salud. "La prevención es el objetivo, no el enemigo", añade.

Para ello, Laumann y su equipo han desarrollado una revisión de estudios en la que, además de confirmar cuáles son las complicaciones más habituales: infecciones y sangrados locales, observan otras que, aunque más raras, entrañan mayor riesgo. Así, por ejemplo, se encuentran casos de hepatitis, endocarditis (infección del endocardio) y abscesos cerebrales (infección en el cerebro). También se han registrado dermatitis de contacto, hemorragias, formación de queloides (mala cicatrización) y daños en los nervios.

Problemas que pueden aparecer o no dependiendo de los materiales que se usen, de la experiencia de quien los pone, de la higiene del procedimiento, de los cuidados posteriores y, sin duda, de las zonas del cuerpo. Como asegura Eduardo Fonseca Capdevila, jefe de Dermatología del Hospital Universitario de A Coruña, los piercings que más complicaciones generan son "los de la lengua, los labios y los genitales".

La boca, foco de infecciones

Según la revisión de 'American Journal of Clinical Dermatology', los 'piercings' en la boca causan numerosas lesiones bucodentales tras la colocación: inflamación, dolor, dificultades para hablar y masticar, alteración del gusto, sangrado, aumento de la salivación, infección y reacciones alérgicas al material. "Sobre todo cuando se inserta en la lengua, existe un importante riesgo de hemorragia, ya que este órgano tiene muchos vasos sanguíneos", apunta David Herrera, vicepresidente de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA) y Profesor en la Universidad Complutense de Madrid.

Al cabo del tiempo, los adornos de la lengua y los labios también provocan otros daños como fisuras, abrasiones, pigmentaciones, úlceras, crecimiento exagerado del tejido cicatricial o depapilación, es decir, pérdida del triángulo de encía que hay entre diente y diente. En palabras de Herrera, "a largo plazo, empieza a acumularse en el piercing placa y sarro, se acumulan bacterias y se inflaman los tejidos de alrededor, lo que supone una causa de alitosis".

Además, continúa este especialista, "el trauma repeptido del piercing sobre la encía va a provocar retracción e incluso daño en el hueso que sujeta la diente. Esto hace que se pueda perder el diente. También los desgasta, los rompe... Los hace más sensibles".

Precisamente esta lesión periodontal es la que más preocupa a los odontólogos. Según un estudio publicado en 'Dental Traumatology', al menos un 35% de las personas con 'piercing' en la lengua o en los labios experimentan recesión gingival (pérdida de encía bucal) que, si no se trata, puede terminar en la caída del diente y "a veces, el daño es irreversible", puntualiza el doctor Herrera.

Los autores de otro trabajo publicado en 'Journal of Periodontology' ofrecen un detalle más y es que esta pérdida de encía empieza a observarse a partir de los dos años.

Los especialistas subrayan que la boca es un importante foco de infecciones donde residen millones de bacterias. Una perforación aumentaría este riesgo e incluso se propagaría a otras zonas del cuerpo (como ocurre con los abscesos en el cerebro). Cabe destacar, además, que el 'piercing' en la lengua dificulta la intubación endotraqueal en casos de traumatismo o intervenciones quirúrgicas.

Genitales y ombligo

En cuanto a los 'piercings' genitales, afirma la revisión de Laumann, pueden causar obstrucción de la uretra e infecciones que derivan en infertilidad. En palabras del dermatólogo español, estos adornos "favorecen la transmisión de determinadas infecciones y enfermedades como hepatitis, sífilis, VIH... Pueden producir heridas en la mucosa y esto es una puerta abierta a la contaminación".

Cuando los 'piercings' se encuentran en el pezón, existe el riesgo de galactorrea o, lo que es lo mismo, secreción espontánea de leche. En sitios como "en la oreja se pueden producir desgarros y necrosis del cartílago, algo que también ocurre a veces en la nariz", puntualiza el doctor Fonseca. "Dependiendo de la importancia de la necrosis se generan deformidades que sólo pueden solucionarse con cirugía".

Si la zona escogida es el ombligo, explican los investigadores, "tarda un año en curarse. Es especialmente propensa a las infecciones" y así lo avala también el dermatólogo, quien detalla que "se trata de una zona poco aireada y húmeda, lo que facilita la acción de hongos y bacterias".

Más información

Teniendo en cuenta este mapa de complicaciones, los autores del estudio hacen un llamamiento a la prevención y la información. En primer lugar, los interesados deben escoger personas cualificadas para poner 'piercings', quienes además de tomar las medidas de asepsia adecuadas, se encargarán previamente de advertir sobre los posibles riesgos generales y particulares de cada zona.

El problema es que esto no es habitual. "En las clínicas vemos con frecuencia casos de retracción de encías y desgaste del diente por efecto del piercing. Siempre recomendamos que se lo quiten y, cuando los pacientes ven los riesgos, no ponen objección", señala el odontólogo Herrera. "Esto puede indicar que no estaban lo suficientemente informados" cuando les insertaron el adorno. Antes de colocárselo, "deberían conocer todos los riesgos porque quizás no estén dispuestos a asumirlos". Si lo estuvieran, agrega, "sólo cabe recomendar que se aseguren de que se lo colocan en una posición en la que el piercing no traumatiza al diente ni a la encía".

El papel de los odontólogos es fundamental después del piercing, pero también antes. Muchos de los estudios realizados hasta la fecha proponen que los galenos, en general, intenten educar a sus pacientes para que no se pongan este adorno, especialmente los odontólogos y sobre todo cuando tienen delante adolescentes.

En cualquier caso, y dada la variedad de complicaciones que trascienden de los 'piercings', no sólo sería deseable el compromiso de los odontólogos, también el de otros especialistas como los ginecólogos, señala Fonseca Capdevila. Pero dadas las altas probabilidades de efectos secundarios, aunque sean locales y mínimos, "habría que pensárselo dos veces".

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